Como de costumbre, ando tumbada en el balcón, con aquel café que suelo prepararme para acostarme y con el último cigarro de la noche, que extraño suena decir esto, o que extraño te sonaría oirlo, puesto que si echamos la mirada atrás, a ti no te gustaba fumar y a mi no me gustaba el café, y raramente opté por combinar ambas y tomarlas como costumbre, fallo mio, no debí, el último trago fué el más dulce.
Y si ahora miro lo que estoy viviendo, no soy capaz de percibir aquello que algún día pude dejar atrás, pero me encanta tener lo que hoy tengo, porque en cierto modo te tengo a ti, que has entrado nuevo en mi vida y creo, que con eso es suficiente. Mi vida dió un giro completo, no dejó nada sin realizar, y estoy tan agradecida, hizo que abriese los ojos, que toda esa oscuridad impregnada en mi habitación se convirtiese en rayos de luz, que las lágrimas que derramaba de dolor se convirtiesen en lágrimas de felicidad, que esa sonrisa que tenía como costumbre sacar en las fotos para no salir mal se convirtiese en esa sonrisa en la que llegas a perderte cada vez que me tienes cerca, que no despertase solo por obligación si no, porque de verdad había motivos para despertarse y vivir el día. Creo que hacia tiempo que un cambio así no me resultaba tan impactante, tan impresionante y tan asombroso. Pero bueno, de esto tampoco puedo sacar muchas conclusiones, simplemente prefiero vivir el día a día y no el mañana de ayer. Ya pensé demasiado en el futuro y no acabó muy bien, creo que voy a darle una oportunidad al presente y que el mismo sea capaz de sorprenderme, que seguro que llegará hacerlo.Sin más rodeos, apago el cigarro y dejo la taza en el suelo, creo que el silencio de la noche me hace percibir las cosas con más calma, por lo que tengo más tiempo para pensar sobre mis palabras y ponerlas en el orden adecuado. Me levanto, cierro la ventana y apago el día por hoy.
Comienza abril, y con ello, espero dejar mis recuerdos atrás y vivir lo que hoy pase.
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